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Muerte, renacimiento y milagro de personajes públicos

Siempre nos han fascinado los personajes públicos que han vuelto de los infiernos. Han vivido una suerte de muerte, renacimiento y milagro. Ellos, desde su experiencia, nos dicen cómo seguir nuestro camino.

Sólo nos asombramos con un gran renacimiento cuando la muerte (simbólica) ha sido evidente, cuando su adiós ha sido santificado, pautado y puesto en escena con todo detalle.

Nos sentimos atraídos por las personas que han regresado de los infiernos. A fin de cuentas ellas nos enseñan el camino. Nos dicen qué hay más allá. Nos aconsejan qué debemos hacer para que continuemos con éxito nuestro viaje.

De esta forma, nos atrae Odiseo, Dante y Edmond Dantés antes y después de ser el Conde de Montecristo. Nos atrae el Frederick Henry de Adiós a las armas y el Rick de Casablanca. Escuchamos con atención a un piloto que estrelló su avión en un desierto y conoció allí a un mágico principito. Nos gusta Luke Skywalker, mucho más, incluso, desde que el más malvado de la Galaxia le cortara una mano y le dijera que él era su padre.

Rafael Nadal nos enamora. Pero no por todos los trofeos que ha ganado, sino por todas las veces (¿docenas?) que ha renacido después de una grave lesión, cuando los expertos le daban ya por retirado. En el mundo del motor ocurre algo similar: nadie es un campeón o campeona con todas las letras hasta que no supera una temporada aciaga. Nikki Lauda volvió después de un terrible accidente que le quemó el cuerpo y le desfiguró el rostro. Volvió para triunfar y será eterno.

Para regresar con toda la fuerza hay, primero, que irse. Y hay que irse bien.

Joseph Campbell

Esto lo sabía muy bien Joseph Campbell antes de escribir El héroe de las mil caras. Campbell explica el camino que sigue el héroe en todas las culturas. El héroe siempre ha estado casi al borde de la muerte. Siempre ha renacido y siempre ha vuelto para contar lo vivido. El héroe sólo es percibido como tal si vuelve para hacer al público copartícipe de su experiencia. Pablo Casado dejaba hace unos días el hemiciclo del Congreso de los Diputados entre los aplausos de los parlamentarios del Partido Popular. Parecía un sencillo mutis por el foro, pero todo estaba pensado. Pedro Sánchez también dijo adiós en su día, rueda de prensa mediante sin preguntas por parte de periodistas. Y también dijo adiós con toda pompa Albert Rivera.

Pedro Sánchez se fue para volver ser Presidente del Gobierno. Por eso sabemos que Casado volverá, por eso sabemos que Rivera volverá y que casi todos (salvo excepciones) vuelven.

¿Pablo Iglesias ha vuelto? Esa no es la pregunta. La pregunta es: ¿se fue de verdad alguna vez?

Muerte, renacimiento y milagro en el mundo de la empresa

En el mundo de la empresa la historia de la muerte y el renacimiento se repite con términos parecidos. Directivos que se toman un año sabático. Emprendedores que cambian de negocio. Aventureros que yerran y dan charlas TedX sobre su fracaso o escriben libros de autoayuda. Incluso a Steve Jobs le despidieron de la propia empresa que él había creado.

Siempre recuerdo un consejo que me dio un buen amigo: «Si te vas de un sitio por la puerta grande, podrás volver por el mismo camino».

Y siempre recuerdo una cita de García Márquez en El amor en los tiempo del cólera. Dice, más o menos, que las personas no nacemos una sola vez, sino que la vida nos obliga a parirnos a nosotros mismos varias veces a lo largo de nuestra existencia.

Y, tú, ¿cuántas veces te has parido a ti mismo, a ti misma?

¿Me cuentas alguna?

(*) Foto de fauxels en Pexels

Publicado en Lo más leído, Sin categoría

2 comentarios

  1. Una exalumna

    Contarte las veces que me he parido es casi tan difícil como pensar que se puede escribir el Quijote en una tarde tonta. He nacido en la era de la inmediatez, los cambios de opinión a la velocidad de la luz, la inseguridad y la maravillosa frase de “sois la generación del fracaso”. Me ha tocado creerme tantas verdades como mentiras necesarias, y aún sigo buscando “la puerta grande” por la que volver. Creo que a veces parirse es simplemente no dejarse arrastrar en el rompeolas y persistir en lo que quieres, claro que para ello -continuando con la analogía de las puertas- tendrás que pasar por puertas tan pequeñas, que deberás ponerte a dieta.

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