1.- Es cierto que es necesario un relato corporativo en todas las empresas, por pequeñas que sean. El relato corporativo esa historia que cuenta cómo vemos el mundo y cuál es nuestro objetivo, las circunstancias que nos ayudan y los problemas a los que nos enfrentamos. También a qué público nos dirigimos y cómo podemos y queremos ayudarle.
2.- Pero, ¡cuidado! Existe una saturación de historias.
3.- Queremos generar emociones y nuestros públicos quieren que les emocionemos. No es casual tanto empeño (casi infantil) por ser algo parecido a un gurú. Como tampoco es casual que nuestros públicos no se cansen de ver charlas motivacionales en Youtube. Vendemos y compramos emociones a granel, por diversas plataformas y canales. Pero esto propicia que la emocionalidad parezca banal.
4.- Pensamos más en la forma que en el producto o servicio que vendemos. Y debemos corregir eso. El relato corporativo debe nadar en la esencia de lo narrado (como nos explica Ignasi Vendrell).
5.- En este contexto, los comunicadores debemos dejar que los públicos trabajen, se esfuercen y lleguen a la profundidad del mensaje que ellos quieran, a través de las plataformas que elijan. Debemos dejar que los públicos sean co-partícipes de las historias, incluso, por qué no, co-creadores de las mismas. Hablamos de la comunicación transmedia (como nos ha enseñado Diego Rivera).
6.- En un ecosistema saturado de historias y estímulos, sólo sobrevivirá lo auténtico. Y algo es auténtico o no lo es. No se puede impostar. No se puede improvisar. La comunicación de lo auténtico debe ser sincera. Pero la tarea se complica cuando estamos obligados a utilizar fórmulas gastadas que, por ello, parecen falsas. Por lo tanto, los comunicadores debemos remitirnos a la sencillez de formas para llegar a contenidos complejos. La sencillez es el camino más corto para llegar a la autenticidad.
7.- Las herramientas de comunicación están abiertas para todo el mundo. Y esta democratización es fantástica. Pero piensa en esto: sólo los profesionales, los comunicadores muy preparados o quienes tengan una fuerte vocación serán capaces de comunicar de forma efectiva entre tanto ruido.
8.- Aunque no es una ley inmutable, los profesionales aseguran resultados profesionales.
9.- El éxito de un relato corporativo, además de su autenticidad, vendrá marcado por cómo los públicos se vean reflejados en él. Según el sistema actancial de Greimas (1917-1992), por ejemplo, el discurso de Steve Jobs en Stanford nos engancharía porque nosotros estamos dentro de esa narrativa como destinatarios de una acción. Joseph Campbell (1904-1987) nos diría que Jobs nos gusta porque cumple muchos de los rasgos paradigmáticos del héroe (y a fin de cuentas, todos lo somos un poco): viaje fuera del hogar, pruebas iniciáticas, favor de aliados y luchas con enemigos, estar al borde de la muerte, retorno al hogar, etc.
10.- Comunicadores y público forman parte de un ecosistema inserto en la sociedad-red. Las historias, los relatos corporativos, las marcas personales y todo tipo de campañas conforman la vegetación que da oxígeno al ecosistema. A veces, sobre todo en periodos de crisis, el ecosistema se mantiene en un equilibrio frágil. La única forma de preservarlo es que todos aprendamos de todos y todos nos respetemos. Ryszard Kapuscinski decía que hay que ser buena persona para ser buen periodista. El término «buena persona» se ha pervertido y se utiliza de forma maniquea. Pero, dejando moral aparte, está claro que un profesional que trabaja en el ecosistema y que está obligado a convivir, interactuar, compartir, debe tener muy claro que hay que ser ético y empático.
(*) Imagen: Rawpixel.com en stocksnap.io
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