¿Te va a entrevistar Ana Pastor? Ve preparándote. No, no creáis que me cae mal. Todo lo contrario. A veces, en clase, he puesto vídeos de sus entrevistas para demostrar cómo debe ser un buen periodista. Es, sin duda alguna, una de las mejores entrevistadoras de televisión de nuestro país. El título de este post viene dado por un vídeo que he descubierto en el muro de Facebook de @yayel. En él, Ana Pastor formula preguntas muy molestas a políticos de uno y otro signo. Las imágenes muestran que, en la mayoría de los casos, los entrevistados no saben cómo salir del atolladero; algunos, incluso, pierden la compostura.
¿Cuáles son los motivos? Varios. Pero, quizá, el más probable es que muchos políticos acuden a las entrevistas para evangelizar y vender su discurso y no para contestar de forma sincera. Y, cuando se encuentran a una periodista de raza que hace su trabajo, pasa lo que pasa.
En este post adoptaremos la postura inversa a la que ella tiene, es decir: a nuestro jefe o a nosotros mismos nos entrevista Ana Pastor. ¿Qué hacer? En primer lugar, rezar un padrenuestro. Venga, ya en serio.
Contestar a lo que se nos pregunta
Para responder a una entrevista de este tipo, debemos aceptar el juego que impone el entrevistador. En un supuesto partido de fútbol, nosotros (siguiendo un símil de la propia Ana Pastor) debemos jugar en campo contrario y con el árbitro en contra. Esto es lo que hay, y si no nos gusta el entrevistador o si creemos que no somos competentes para conceder la entrevista, no la concedamos. No sólo debemos manejar nuestro prontuario de mensajes, nuestra filosofía, etc., etc.: debemos ser sinceros y contestar a lo que se nos pregunta. Simplemente. Parece fácil. Pero encontramos dos obstáculos: a veces, la periodista parece una fiscal («Qué tiene que decir, vicepresidenta?», minuto 0:40) y, otras veces, sucede que nosotros, como buenos seres humanos, nos gusta mucho enredarnos y tropezamos una y mil veces en las mismas piedras.
Si miramos a Ana en el vídeo, nos damos cuenta de que, nada más sentarnos, ya tenemos las de perder. Ella está sentada en el sentido del entrevistado, lanzando sus preguntas, muy directas. La mayoría de los invitados no se se sientan frente a ella porque no pueden: la mesa les obliga, en principio, a estar de forma oblicua. Por mucha mesa que haya, si queremos tener empatía con el entrevistador, nunca nos debemos sentar de forma oblicua a él, ni contestar sus preguntas sin mirarle a los ojos, etc., etc. (todo aquello que nos han dicho miles de veces). Es curioso: aunque a veces pierde los nervios, el ministro Rubalcaba sabe esto y es el único que la contesta frente a frente.
¿Cómo no ponernos nerviosos ante esta situación, es decir, ante un partido que empezamos perdiendo desde el minuto uno?
En primer lugar, conociendo al entrevistador, sabiendo cómo actúa. En este caso, Ana Pastor es una periodista que domina el medio televisivo. Más aún: al venir de la radio, domina el tempo de la conversación: sabe dónde guardar un silencio antes de una pregunta, o, por ejemplo, sabe cómo formularla rápido para que nosotros no lancemos nuestros mensajes.
A veces, le gusta aturullar dialécticamente al entrevistado, interrumpiéndole (imágenes desde el minuto 3:45 en adelante). Como un púgil experimentado, baila al entrevistado como si éste fuera un sparring: ahora lento, ahora rápido, ahora quiero que me contestes de forma concisa, ahora quiero que me contestes explicándote más. Salta. Agáchate. Haz el pino. A veces, de forma admirable, mete miedo al político, le crea intriga. Por ejemplo, mira sus papeles para hacer que lee la pregunta cuando ella, evidentemente, ya sabe lo que va a preguntar. En estos momentos, es cuando el entrevistado piensa: «Dios mío ¿y qué tendrá apuntado para preguntarme ahora? Sálvame, señor».
Por cierto, ahí va un secreto de formación de portavoces: cuando un periodista quiere poner nervioso a un entrevistado, haciéndole preguntas rápidas y aturullándole, el secreto reside en tomarse 2 ó 3 segundos en responder . Esos 2 ó 3 segundos parecen un siglo cuando se está respondiendo. Pero, en realidad, no es tanto tiempo y es la única forma de rebajar el tono y la tensión impuesta por el entrevistador.
Es su obligación
En segundo lugar, no debemos olvidar que el periodista es una persona que hace su trabajo. Muchas veces incluso a él mismo puede parecerle su entrevista demasiado dura. Pero hacerla es su obligación. En el vídeo, se nota cómo Ana Pastor baja la vista (¿por vergüenza? ¿una forma de pedir perdón?) inmediatamente después de haber formulado una crítica, una acusación o tras haber hecho una pregunta comprometida (minutos 0:42, 0:56, 1:40, 1,48, 2:25, 2:26, 2:46, 3:16).
Sa como fuere, nosotros no debemos dejarnos impresionar por su temple y debemos marcarnos un ritmo de respuesta. Esto lo hace muy bien Esperanza Aguirre; pero, claro, la pifia dando contestaciones increíblemente fuera de lugar y más propias de un terrateniente del s.XIX que de un político del s.XXI. En fin.
Por cierto, el político del siglo XXI no debe convencer, al menos tal como concebimos la palabra convencer en un politico. Debe conversar (la conversación, nos suena, ¿verdad?) Cuando un dirigente no conversa (es decir, cuando sólo quiere hablar sin escuchar), entonces, mal asunto.
Un truco recurrente de Ana Pastor
Un truco recurrente del periodista (y de Ana, también) es preguntar exigiendo una respuesta cerrada: sí o no. Seamos sinceros: hay cuestiones que es imposible, por su naturaleza, contestar con un simple sí o no. Quienes hemos estado sentados delante de un juez (tranquilos, yo no soy terrorista; yo era presidente de una comunidad de vecinos que denunció al constructor de nuestro edificio), sabemos que contestar de esta forma tan simple no refleja en absoluto una realidad compleja. La vida tiene matices.
¿Y si Ana te exige de nuevo un sí o un no? Pues sonríe, chico, sonríe con la boca y con los ojos, pide perdón si es preciso e intenta de nuevo dar la respuesta que quieres dar porque es la que tienes que dar.
¿Y si ella se enfada? Repito: sonríe. ¿Por qué? Simplemente porque te colocas en las antípodas de donde ella te quieres llevar. Y es que ella te quiere llevar ahí. ¿No lo crees? Mira las caras que pone cuando tú le lanzas una respuesta que a ella no le gusta: muestra mohínes de desagrado, muecas que pretenden ser de enfado o de sorpresa ante nuestras preguntas (minuto 1:19 ó 1:38). A una profesional curtida como ella no se le escapan por casualidad: quiere que tú las veas, que tú te rindas, que claudiques, que abras la fortaleza.
Y ahora viene lo que más te va a sorprender que te diga: pues ábrela, abre la fortaleza, contesta a calzón quitado, mójate, muestra que eres humano (y por lo tanto, divinamente imperfecto). Porque si no abres la fortaleza, si no dejas que el curioso entre, si no dejas que el entrevistador pregunte, entonces, ¿por qué concedes la entrevista?
No te procupes: a fin de cuentas, entrevistado y entrevistador siguen roles, papeles. Cada uno es un actor que intenta hacer la función lo mejor posible, sabiendo que al día siguiente el telón se levantará de nuevo y hay que volver a empezar.
Editado el 10 de diciembre de 2015: entrevista Ana Pastor – Manuela Carmena
Ha pasado algún tiempo desde que escribiera este post y todavía es uno de los más leídos del blog. Os dejo algunas actualizaciones:
En esta entrevista, la entonces recién elegida alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, respondía de esta forma tan contundente a Ana Pastor:
Aquí podéis leer un artículo en tono de humor que Carlos Grau publicaba en La Vanguardia.
(*) Imagen: Microsoft Clipart
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Hola Juan Pedro, muy bueno tu post. Conocí a Ana hace 15 años, cuando éramos unos pipiolos en esto de la comunicación. Es evidente que ella ya no lo es… 😉
Abrazos
Hola, Ángel. ¡Pues vaya lujo el haber sido compñaero de clase! Es de lo mejorcito ahora mismo. Gracias por tu comenatario y por pasarte por aquí. Hazlo más veces si quieres: ésta es tu casa.
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Por eso me cae tan bien Mourinho, porque contesta a calzón quitado siempre. No se anda con medias tintas.
Ay, Luismi, ¡que lo que has dicho medio en broma es totalmentre en serio y con toda la razón del mundo! Ya sabes que soy rojiblanco y a veces Mou me parece un sobrado; pero he de reconocer que otras veces actúa de la forma adecuada. Recojo tu guante y el próximo post se lo dedicará a Mourinho. Palabra.
Muy buen análisis de la actitud de un buen periodista y la de un entrevistado… buenos ejemplos. Y me quedo contigo, aunque difícil, la transparencia es una de las mejores fórmulas para salir ileso o por lo menos intentarlo. Ser conscientes de que cometemos errores y que estos son atribuíbles a todos, lo hace menos complicado. Tengo que reconocer sin embargo que en política es muy complejo y seguro que te da para otros post.
Un abrazo! y gracias por compartir el vídeo!
Mariela
Hola Mariela. Me alegro de que coincidamos. Porque si no eres transparente, entonces, ¿para qué concedes una entrevista? También coincido contigo en que la comunicación política es muy pero que muy compleja. Gracias a ti por pasarte por aquí. Es un verdadero lujo tenerte por estos lares. ¡Un saludo!
Nos has dado una gran lección de periodismo, Juan Pedro. El entrevistado también debe usar técnicas defensivas y conviene no olvidarlas. Un saludo
Gracias por tu comentario, Antonio. A veces, a los portavoces se les olvida que las entrevistas son un juego con unas reglas muy claras. Gracias también por pasarte por aquí. Hazlo más veces: ésta es tu casa.
Si, tu página es una generosa y muy interesante contribución a la sociedad civil, que no debemos dejar pasar. Un saludo
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Excelente vídeo y excelente análisis. Las preguntas cerradas de «sí o no» en temas polémicos ya presuponen una toma de posición del periodista en contra del invitado, porque digas lo que digas no tienes salida…»Sr. presidente, ¿había pensado antes del domingo en hacer un cambio de gobierno?» Conteste lo que conteste está perdido.
En cualquier caso, enfrentarse con un periodista en directo es siempre muy mala decisión. Hay que saber quién tiene la sartén por el mango…
Con tu permiso, enlazamos el post.
Tras la entrevista de Ana Pastor a Gadafi y después todas las alabanzas recibidas, parece políticamente incorrecto cuestinarse su forma de entrevistar.
En ocasiones, intentando obtener las mejores respuestas, nos convertimos en la noticia: eso significa que la entrevista no se ha planteado bien.
Es una reflexión interesante que, de tan básica, se nos olvida muchas veces, Tudi: un periodista no puede ser la noticia.
¡Gracias!