Captatio benevolentiae significa, en latín, captar o ganarse la benevolencia, en este caso de un auditorio. La captatio es, en esencia, transmitir en el momento justo (siempre en las primeros compases de la Introducción de un discurso), y de una forma u otra, que uno viene en son de paz y que para él / ella es importante o especial compartir ese rato con las personas presentes.
Muchas veces se cree, de forma errónea, que la captatio sólo es empezar un discurso con halagos al público o que el orador empiece mostrando humildad. Como diría David Bisbal, «Sí, pero no» (¿Veis? Ésta es una captatio benevolentiae). Puede consistir en una anécdota, un guiño cómplice, incluso un lenguaje no verbal cercano que sirva para mostrarse humano.
Descubrí el poder de la captatio gracias a Eduardo Pérez-Rasilla (uno de mis formadores para impartir la asignatura Técnicas de Expresión Oral y Escrita). Tiempo después he reflexionado sobre la importancia de una buena Introducción en los discursos gracias a Guillermo Ballenato.
Precisamente, Guillermo, en Hablar en público. Arte y técnica de la oratoria (Ed. Pirámide. Pág. 83), habla de las siguientes fases de la introducción de un discurso:
- Salutación
- Presentación del tema del que se va a hablar, el ponente y el objetivo de la charla
- Remarcar la importancia del tema o del acto en sí
- Orientación de la audiencia hacia el tema central y ligero avance de la idea principal del discurso
- Dar fe de la credibilidad del orador
- Explicar el método y/o procedimiento de la charla que está a punto de empezar