Quizá sea exagerado decir que un libro de Paul Renner cambió mi vida hace años, pero lo que sí puedo decir es que, gracias a él, descubrí el sentido de la tipografía, la belleza de los caracteres impresos y que cada tipo de letra tiene una historia y una misión que cumplir, como los personajes de una buena novela. Desde hacía unas semanas quería escribir algo sobre tipografía y un magnífico post de Tíscar Lara me ha animado a ello.
Antes de continuar, confieso que yo soy de ésos que le dan vueltas y vueltas la cabeza durante horas pensando qué tipografía es la que mejor conviene para tal o cual texto. Quizá porque en estos dos últimos cursos, además de impartir Comunicación Corporativa, he dado clase de Tratamiento de la Información en Medios Impresos, una asignatura fronteriza con el diseño periodístico. Para mis documentos impresos en papel, me he pasado de nuevo a la Times porque, como decía Gaudí, lo original es volver al origen.
A poca gente le gusta la Times, y parece que ya está en desuso. Es, dicen, un tipo pasado de moda y poco legible. Sin embargo, por ejemplo, el libro que se presentó la semana pasada en el I Congreso Internacional de Comunicación Corporativa de la Universidad Pontificia de Salamanca estaba diagramado con Times y el resultado es, sencillamente, magnífico. Posiblemente porque, como digo a mis alumnos, el secreto de la tipografía no sólo está en la elección del tipo (altura x, ojo, trazos, rasgos ascendentes y descendentes), sino en la gestión de los blancos de la página (márgenes e interlineados) e, incluso, el ancho de línea. El libro en cuestión, Estrategia y conducta social de la organización, es elegante sin dejar de ser sobrio, la diagramación de la página es la correcta y el maquetador ha sabido jugar con los blancos para que la lectura sea ágil.
Con el paso de los años me han gustado y he utilizado de forma sucesiva la Times New Roman, la Century Schoolbook, la Bookman Old Style. Para mis páginas web y bitácoras: Georgia, siempre. Escribí mi Tesis en Arial porque quería vestirla con sobriedad y mucha sencillez. Cuando, en el ordenador de casa, escribo textos personales (alguna novela corta o algún relato) utilizo la Garamond Stempel (distinta a la Garamond que trae el paquete de Microsoft Officce; la Stempel es mucho más sobria y es la tipografía literaria por naturaleza).
Al entrar en el Departamento de la Facultad, me di cuenta de que todos los artículos, comunicaciones a Congresos o ponencias eran solicitados en Arial o Times New Roman de 12 puntos. Volvíamos, de nuevo, a la sencillez; a fin de cuentas, esas dos familias no tenían que ser tan malas ni tan ilegibles.
Los ordenadores personales han traído la ventaja de poder elegir la tipografía que mejor vaya con nuestro carácter o con el espíritu de nuestros textos, pero también han traído una dispersión estética muchas veces desconcertante. Personalmente, me gustan los textos limpios, no los escritos con letras pretenciosas y de rasgos rebuscados. Por otro lado, no entiendo que las modas campen a sus anchas incluso en la tipografía de los papeles de empresa. Estoy saturado de ver documentos escritos en Tahoma o Trebuchet, tipos muy apropiados para leer en pantalla pero que pueden cansar la vista en papel. Por cierto, ¿alguien se acuerda de la Verdana?
Te recomiendo que visites Tipógrafos.com, Unostiposduros, LetraG, Manual de diseño digital o Letritas si quieres zambullirte en este mundo.
Gracias, juan Pedro, por este post. Parece que me hayas leído el pensamiento. Ando últmamente enfrascada en un nuevo proyecto que tiene mucho que ver con la tipografía y el diseño periodístico.
Tomo nota del libro que propones y también de los blogs, pues sólo conocía dos de ellos.
Seguimos tipo-conversando.
Un saludo,
Para mí es un placer tenerte por estos lares, Cristina. Estoy seguro de que tu nuevo proyecto será muy interesante. ¡Danos algún adelanto, por favor! Ya sabes que desde la Carlos III estoy a tu disposición para lo que necesites.
Qué gran verdad. Cuando nos enfrentamos a miles de fuentes, descubrimos que la clave del diseño no se encuentra tanto en la elección tipográfica (que también), sino en cómo y dónde usar el tipo de letra. Así descubrimos que tipos que conocíamos de sobra, se muestran a nuestros ojos como si se hubieran transformado. Leyendo el post me he ubicado en el momento en que esto sucede. Uno pestañea y se da cuenta de que, en efecto, es ese tipo de letra que ya conocía, y que surge como nuevo.
Perdonadme, acabo de conocer el blog y no puedo evitar opinar. El tratamiento de la tipografía es la asignatura pendiente de muchos que dicen ser diseñadores gráficos. Como muy bien dices no se trata solamente de elegirla, sinó de combinarla, gestionar los blancos, el interlineado, el espaciado y los distintos grosores. La Times será lo que quieras, pero lo que no se puede decir es que es poco legible. A mi de las de serif me gusta mucho la Bookman Old Style y de las de palo la Benthon que tiene una gran familia y es muy aseada.
¡Muchas gracias por la recomendación de la Benthon!